
Algún día o… día 1. El reconocido aforismo anónimo viralizado en medios y redes deja algo claro. Para lograr cualquier cosa, no importa qué, se necesita empezar. Romper la inercia significa vencer esa resistencia interna que nos mantiene en el mismo estado —ya sea de quietud, de pasividad o de costumbre— y dar el primer paso hacia el cambio.
¿Qué significa romper la inercia?
Romper la inercia se refiere a dejar atrás ese estado de estancamiento o pasividad en el que nos encontramos y generar un cambio activo. Se trata no necesariamente de la monotonía. Comprende más bien un estado de quietud.
En lo psicológico y cotidiano
Cuando decimos “romper la inercia” en la vida personal, nos referimos a aplicar esa “fuerza externa” en nosotros mismos para salir del piloto automático:
—Cambiar una rutina negativa (sedentarismo, procrastinación).
—Superar la apatía o la falta de motivación.
—Dar el primer paso hacia un proyecto, hábito o meta que hemos postergado.
Hay ejemplos sencillos y claros al respecto porque el estar sin hacer nada que provoque algo distinto en nuestras vidas es algo muy recurrente.
Si llevas meses diciendo que quieres aprender un idioma y nunca empiezas, “romper la inercia” sería descargar la app, inscribirte de una vez al curso o aprender tu primera palabra.
Si quieres ponerte en forma, romper la inercia no es correr un maratón mañana, sino dar tu primera caminata de 10 minutos. Poner alarma, levantarte, y andar.
Si sueñas con escribir un libro, romper la inercia es abrir un documento y redactar al menos una sola línea.
En esencia, romper la inercia significa interrumpir la comodidad de lo estático y reemplazarla por el impulso de la acción. Es pasar de la frase “algún día” a “día 1”.
El peso invisible de la inercia
¿Cuántas veces has dicho “mañana empiezo” o “mejor otro día”? Esta idea, aparentemente inocente, es la mayor trampa que nos tiende la mente. La inercia —como la entendía Newton en el terreno físico— es la resistencia que todo cuerpo opone a un cambio en su estado.
En lo psicológico, ocurre lo mismo: nos aferramos a lo conocido aunque sepamos que nos daña en ocasiones. Como decía William James, el padre de la psicología moderna,
“la acción no garantiza la felicidad, pero no hay felicidad sin acción”
La inercia, entonces, no es pereza. La inercia es miedo. Miedo a equivocarse, a fracasar, a no estar “listos”. Pero la verdad es que nunca estaremos listos. No es un cliché, simplemente es algo normal en la vida. Vivir no se da de manera esquemática. A veces, las cosas simplemente suceden. Nunca habrá un entorno perfecto, ni un momento idóneo. El momento perfecto no existe; lo único real es este instante. Si en cambio, decides actuar y prepararte, es más probable acercarse a esa supuesta ocasión ideal. El momento de cambiar y hacer algo lo construyes tú mismo.
El mito de la motivación
Muchos esperan a sentirse motivados para empezar. Pero la motivación es caprichosa, pasajera, venática. Hoy está y mañana no. Aristóteles ya lo intuía cuando hablaba de la enérgeia, la acción como realización misma del ser. La acción crea energía, no al revés.
El escritor y orador Zig Ziglar lo decía con claridad: “La motivación no dura para siempre. Tampoco el baño. Por eso se recomienda todos los días”. La motivación no es una chispa mágica, es un combustible que se regenera con la práctica cotidiana de empezar. L a consistencia genera estabilidad sin depender de estar “inspirados” o no.
James Clear, autor de Hábitos atómicos, lo resume en una regla sencilla. La diferencia entre cero y uno es infinita. Hacer algo una sola vez rompe la cadena de la inercia y pone en marcha un proceso que se retroalimenta.
Estrategias prácticas para romper la inercia
Aquí te dejo algunos tips básicos pero efectivos para lograr moverse, generar ese cambio necesario que todos, en algún aspecto, esfera, cuestión y momento de la vida, necesitamos realizar.
La regla de los 2 minutos
Propuesta por David Allen en Getting Things Done. Si una tarea toma menos de dos minutos, hazla de inmediato. Y si tu meta parece abrumadora, empieza con una acción mínima: escribir una línea, ponerte la ropa de entrenar, leer un párrafo, hacer el calendario, tender la cama… pequeñas tareas completadas dan aliento y confianza.
El poder de la microacción
Tony Robbins, uno de los motivadores más influyentes, insiste en que el progreso se construye en decisiones pequeñas y sostenidas. “Es en tus momentos de decisión cuando se forma tu destino”, repite. Cada microacción es un ladrillo en la identidad que quieres construir.
Compromiso público
Compartir tu meta con alguien más crea responsabilidad, pero sobre todo te conecta con un sentido que trasciende tu comodidad momentánea. No se trata de hablar o vociferar nuestras pretensiones. Se trata de compartir para establecer un compromiso.
La mentalidad del “hoy nada más”
El filósofo estoico Epicteto proponía vivir cada día como una obra completa en sí misma. No pienses en los próximos cien días, piensa en hoy. Solo hoy. Así el futuro deja de ser una montaña y se convierte en un camino que se transita paso a paso.
El poder del primer paso
Steven Pressfield, en su célebre libro La guerra del arte, habla del “enemigo” que enfrenta todo creador: la resistencia. Esa resistencia es universal y eterna, pero también frágil. Se rompe con un solo acto. Comenzar. Despertar temprano el primer día, levantar la primera pesa, hacer la primera llamada.
Paulo Coelho lo expresó en El alquimista: “Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que lo logres”. Pero esa conspiración solo se activa con el primer paso.
De la intención a la identidad
Más importante que lograr una meta es transformarse en alguien que actúa. Como explica James Clear, cada acción es un voto a favor de la identidad que queremos consolidar. Leer una página al día es votar por ser lector. Escribir una línea es votar por ser escritor. Correr 5 minutos es votar por ser atleta.
No se trata de lo que haces, sino de en quién te conviertes al hacerlo. Emerson, el gran filósofo trascendentalista, lo sintetizó en una frase.
“Haz lo que temes y la muerte del miedo es segura”.
El momento es ahora
La inercia es cómoda, pero la comodidad prolongada es una cárcel. Romperla no exige heroicidad, exige un gesto. Una acción mínima, pero hoy. No mañana, no el lunes, no en enero. Hoy.
El escritor Goethe dejó estas palabras,
“sea lo que hagas, o sueñes que puedes, comiénzalo. La audacia encierra en sí misma genio, poder y magia”.
El poder de empezar hoy no está en alcanzar todo de golpe, sino en liberar esa chispa inicial que cambia el rumbo de tu vida. Da el primer paso, aunque tiemble tu mano. Lo demás vendrá después.
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Muy de acuerdo, “el momento es ahora”, mantenerse en acción,con energía positiva, es la actitud diaria👍👏👏👏
Excelente artículo!
Excelente artículo y muy de acuerdo en que hay que romper la inercia y arriesgarse porque realmente la comodidad de no romperla es miedo al fracaso.
Muchas gracias y bendiciones
Muy bueno
Excelente! justo lo que necesitaba leer.