Menos sigue siendo más, para todo y para ser

Menos sigue siendo más

Menos sigue siendo más. Cada época tiene su forma de exceso. Hubo siglos donde la opulencia fue sinónimo de poder. Hoy en cambio, el exceso se mide en velocidad, información y ruido. La acumulación ya no se limita a lo material, también se genera una saturación mental y de tiempo traducida en la cotidianidad, las agendas, el lenguaje, las rutinas. Queremos más de todo, sin advertir que cada “más” debilita el sentido de lo esencial.

Menos sigue siendo más: desde el inicio hasta ahora

Se pretende tanto que al final no se es nada, se quiere hacer de todo para al final no completar una sola cosa, se pretende usar tanto el tiempo que se va más en la expectativa que en la ocupación propia. En medio de esa saturación, la simplicidad se ha vuelto un acto de inteligencia y resistencia.

La frase de Mies van der Rohe, “Less is more”, se pronunció desde la arquitectura, pero su resonancia atraviesa la existencia. Lo simple para nada es carencia; es estructura. Esa lógica, compartida por filósofos, diseñadores y pensadores de todos los tiempos, sigue vigente porque enfrenta el mayor desafío de nuestra era: encontrar claridad en medio del exceso.

Simplificar, entonces, no significa recortar. Significa diseñar. Diseñar la vida como un espacio habitable, donde cada cosa, pensamiento y acción tenga una razón justa para estar.

Menos sigue siendo más: el exceso como ruido

El exceso diluye el sentido porque dispersa la atención. Thoreau, en Walden, llamó a podar los detalles para recuperar vida interior: “Simplifica, simplifica.” Su gesto es metodológico al identificar lo esencial, separar lo accesorio y practicar la coherencia en lo cotidiano.

Epicuro propone la autarquía, llamada así a ka suficiencia interior que libera del deseo innecesario. Esto la búsqueda de un equilibrio basado, d cierto modo, en la racionalización y optimización. Su propósito es depender menos de todo lo que nos rodea.

Heidegger observó que el olvido del ser nace de la saturación. La actividad constante, la técnica y el cálculo desplazan la experiencia de habitar el mundo. Recuperar el ser requiere atención y ritmo. La velocidad es para las carreras.

Simplificar, desde esta mirada, es un acto de libertad y discernimiento. Consiste en ejercer soberanía sobre lo que entra y lo que queda, en volver a decidir qué merece permanecer en nuestra vida y qué solo ocupa espacio sin sostenerla.

Menos sigue siendo más: práctica de criterio

Aquí tienes un cuadro que te ayudará a escenificar estos criterios y ponerlos en práctica si lo crees necesario.

-Mapa de permanencias: Elige tres elementos que darían forma a tu vida si todo lo demás se derrumbara. Esos aspectos esenciales te dirán lo que es tu prioridad y también te ayudará a encontrar un punto sobre lo que verdaderamente no necesitas en tu vida. Pueden ser cualquier cosa (actividad, algo material, dinámicas personales). Se trata simplemente de establecer una base.

-Regla 3–3–3: Tres prioridades por semana, tres por día, tres bloques de trabajo sin interrupciones. Optimización, yendo de una carga más airada hacia una concentración de nuestro accionar. Esto para adecuarse e integrarse poco a poco a ciertas conductas de perfeccionamiento y eficiencia.

-Revisión mensual del deseo. Pregunta: ¿de qué deseo soy deudor este mes? y reajusta. Se trata simplemente en salir de tareas pendientes. Sin embargo, el uso de la palabra “tarea” denota obligación, y a veces no se trata de labores, a veces una disculpa es una duda, descansar, hacer una llamada, comenzar a despertar temprano o ir al gimnasio…

El espacio como espejo del ser: vacío fértil, luz y orden

menos sigue siendo más

En arquitectura, la forma más pura surge del equilibrio. Mies van der Rohe formuló su lema como filosofía de precisión, donde cada elemento debe justificar su existencia. Tadao Ando, con sus muros de hormigón y sus planos de luz, demuestra que el vacío puede tener densidad espiritual. El silencio arquitectónico se convierte en lenguaje. Y Lao-Tsé, en el Tao Te Ching, señala que “treinta radios convergen en el cubo de una rueda, pero es el vacío del centro lo que la hace útil.”

El vacío es un espacio de poder porque define lo visible, ordena lo que ocurre y ofrece descanso. En la vida sucede igual. El orden no proviene del control, sino de los márgenes que permiten respirar. Diseñar el propio espacio vital —físico o mental— exige criterio arquitectónico en el sentido de eliminar lo que interrumpe la luz y conservar lo que sostiene la estructura interior.

La productividad de lo simple: foco, profundidad y ritmo

La simplicidad es también una forma superior de eficiencia. Séneca, en De la brevedad de la vida, distingue entre ocupar el tiempo y vivirlo;la diferencia radica en la intención. Cal Newport, en Deep Work, retoma ese principio y lo traduce al presente digital, dando la idea de que la concentración sin distracción produce valor real y, al mismo tiempo, serenidad.

El exceso de tareas, pantallas y notificaciones diluye el rendimiento. En cambio, la claridad de propósito y la administración consciente de la energía convierten cada acción en una línea precisa entre la idea y su realización. La simplicidad práctica orienta el esfuerzo y evita lo residual, el excedente innecesario. Permite profundidad en lugar de dispersión.

menos sigue siendo más

La ontología de lo esencial: justa medida, estructura y hábito

Aristóteles enseñó que la virtud se encuentra en la mesótes, el punto medio donde la acción humana alcanza proporción. Heidegger en Construir, habitar, pensar, describe la existencia como equilibrio entre tierra, cielo, mortales y divino, donde sólo el habitar consciente puede mantener unido a todos los puntos.

Simplificar entonces se vuelve una postura ontológica. Es reconocer límites, organizar el mundo desde la comprensión y mantener la estructura interna que sostiene la vida exterior. El exceso quiebra las proporciones; la carencia las debilita. La simplicidad restablece el equilibrio que se difumina. Cada hábito, cada palabra y cada espacio pueden ser una pequeña arquitectura del ser.

Menos sigue siendo más: atención, presencia y continuidad

Simone Weil definió la atención como la forma más pura de generosidad. La atención requiere espacio, silencio y una mente no saturada. La simplicidad es la condición que la hace posible. Habitar con menos es permanecer más tiempo donde el sentido se manifiesta, y eso sucede en la conversación, el trabajo, la lectura y la contemplación.

Cada objeto, cada relación y cada idea ocupan un lugar en el plano del ser. Elegir con conciencia lo que permanece es un acto de diseño vital. La simplicidad no busca vaciarlo todo, sino dar forma al tiempo y profundidad al espacio.

“El arte de simplificar es diseñar la vida como una obra que se sostiene por lo que tiene y por lo que sabiamente ha decidido no tener.”

Menos sigue siendo más.

Para todo, y sobre todo, para ser.

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