Black Friday: Origen, Hollywood y 10 claves de engaño

Venta de Black Friday

El Black Friday hoy se asocia al fenómeno de rebajas en tiendas y comercios más grande dentro de un año calendario. Es una fecha marcada por muchas personas. Sin embargo, el término nace una eventualidad muy curiosa que luego se expandió con internet. El cine tuvo un papel importante en generar un imaginario de confianza hacia los “descuentos”. Sin embargo, no todo es lo que parece. El evento de rebajas más grande del mundo maneja puntos claves que no sabes a la hora de ir a comprar un producto con supuestamente un gran porcentaje de descuento.

¿Dónde nació el uso de “Black Friday?

A mediados del siglo XX, Filadelfia vivía un viernes particular después del Día de Acción de Gracias. El tráfico colapsaba, las tiendas se llenaban sin control y el partido Army–Navy atraía a miles de visitantes. Los oficiales de tránsito trabajaban horas extras en medio de accidentes, aglomeraciones y reportes constantes de incidentes menores.

Ese ambiente saturado llevó a la policía a describir esa jornada como “Black Friday”.

Reinvención del término “Black Friday”

Las tiendas necesitaban transformar esa percepción. Convirtieron el “Black Friday” en un punto de inicio para la temporada navideña. Presentaron ese viernes (el que sigue al día de Acción de Gracias) como un día ideal para comprar, con un ambiente más atractivo y organizado.

En los años setenta, la idea se extendió por otros estados. En los ochenta surgió una explicación contable que ayudaría a consolidar la jornada: la imagen de que ese día las empresas avanzaban hacia “números negros”. Era una narrativa funcional y efectiva para el marketing, que reforzaba confianza y disipaba la carga policial del término original. Por eso la historia de “números rojos a números negros” o asociaciones a la crisis financiera. Todas las historias nacidas para intentar embellecer el relato de origen, pero falsas.

La era de los centros comerciales

Centro comercial con tiendas iluminadas (Mall)

Los centros comerciales impulsaron el siguiente salto. Las aperturas de madrugada, las colas interminables y los descuentos extremos formaron la estética moderna del Black Friday.

Este perfil visual se convirtió en parte del paisaje cultural estadounidense, con familias que esperaban desde la madrugada, multitudes que corrían al abrir las puertas, aparatos domésticos desaparecidos en segundos (se esperaba todo el año ara comprar el televisor nuevo, el refigerador más grande, y así).

La jornada terminó adquiriendo una dimensión ritual, repetida año tras año.

Hollywood y la expansión cultural del imaginario del Black Friday

El cine fue el multiplicador cultural. Hollywood no crea el Black Friday, aunque sí contribuye a fijar su estética en la memoria colectiva. Varias películas de los años ochenta y noventa retrataron el modelo estadounidense de consumo, las compras masivas, la urgencia por conseguir un producto y la energía caótica de los centros comerciales.

La comedia y la sátira como espejos del consumo

Cintas como Jingle All the Way, Mallrats y varias comedias navideñas mostraron el frenesí propio de estas fechas. Esa representación popularizó escenas de multitudes, filas interminables y carreras por obtener el artículo “estrella”, un imaginario que encaja con el Black Friday contemporáneo.

El cine proyectó centros comerciales gigantes, ofertas agresivas y rituales de consumo que, años después, hicieron más reconocible el Black Friday fuera de Estados Unidos.

Cuando internet globalizó la fecha, gran parte del mundo ya comprendía y visualizaba ese modelo de consumo porque Hollywood llevaba décadas mostrándolo.

Internet convierte el Black Friday en un calendario mundial

Mujer tomando selfie con bolsas

La era digital amplificó el alcance del Black Friday. Amazon impulsó el salto internacional y transformó la fecha en una temporada de ofertas. Apareció el Cyber Monday y, con él, una lógica extendida de campañas que ocupan todo noviembre.

El Black Friday se consolidó como un ciclo, lejos de un día específico. Las empresas lo utilizan para mover inventario, posicionar marcas y captar atención en un mercado saturado de estímulos.

Se generó un fenómeno cultural que refleja la relación contemporánea con el consumo. El crecimiento de esta fecha revela algo más que un evento promocional. Expone la búsqueda constante de “la oportunidad”, la presión social por comprar antes que otros y la emoción que producen los descuentos masivos.

El marketing moldea tradiciones, instala hábitos y genera un sentido de participación colectiva.

En México, la dinámica convive con El Buen Fin. Ambos sistemas se complementan y adelantan el impulso navideño. Las marcas ya no compiten por un día, compiten por dominar el mes completo.

¿En el Black Friday los vendedores pierden o ganan? ¿Realmente son rebajas?

La realidad es una y bastante alejada de esa noción de alegría que nos han inculcado cuando se acerca noviembre. Todo es un reflejo, o en el mayor porcentaje posible. Aquí tienes los datos claves a tener en cuenta sobre esa fecha.

1. El Black Friday es una ingeniería de precios: la ilusión del descuento

El precio visible casi nunca es el precio real. Las empresas aplican estrategias de “reposicionamiento de precio” semanas antes del Black Friday:

elevan el precio de referencia,

fijan un “descuento” sobre ese nuevo precio,

y la diferencia final resulta mínima.

La etiqueta indica “–40 %”, pero el margen no cambia en proporción.

Ese margen oculto sostiene parte de la rentabilidad del evento.

Por ejemplo, un artículo de 100 dólares sube a 130 tres o cuatro semanas antes. Durante el Black Friday aparece en 99 dólares. La etiqueta muestra “–23 o 24%”, aunque en realidad apenas regresó a su precio original. Esa práctica funciona porque el consumidor compara etiquetas, no historial de precios.

2. Descuentos reales en productos estancados

Las tiendas sí aplican rebajas verdaderas, aunque no en todo.

Se enfocan en inventario lento, modelos de años previos, productos cuya demanda no justifica seguir almacenándolos, líneas que serán reemplazadas por nuevas versiones en enero o marzo.

El beneficio está en la rotación, no en el margen. Un inventario inmovilizado es un gasto permanente: espacio, energía, depreciación, riesgo de deterioro. Vender ese producto con un margen pequeño genera liquidez inmediata.

3. Productos gancho: el descuento que abre la puerta

Un televisor con rebaja agresiva funciona como entrada a un ecosistema completo de ventas.

El cliente entra por el producto “estrella”. En el camino observa más productos con descuentos menores. En caja aparecen las ventas cruzadas. El artículo con rebaja fuerte sostiene el objetivo de atraer tráfico. El margen perdido allí se recupera en los siguientes pasos.

4. Venta cruzada: el verdadero corazón del beneficio del Black Friday

Aquí ocurre la mayor parte de la ganancia. El consumidor compra el descuento principal, un accesorio, un cable, una garantía extendida, una suscripción, un servicio de instalación, una funda, un paquete de software, un complemento “indispensable”.

Las garantías extendidas tienen márgenes que pueden superar el 80 %. Los cables y adaptadores tienen márgenes superiores al 60 %. Los complementos digitales (antivirus, suscripciones, membresías) superan fácilmente el 90 %, porque no existe costo de fabricación. El descuento inicial funciona como anzuelo; la ganancia real viene del resto.

5. Volumen: la matemática que siempre beneficia a las grandes cadenas

Un negocio puede vender un televisor con apenas 3 % de margen, pero si vende diez veces más unidades en un solo día, el beneficio total aumenta.

El Black Friday multiplica compradores, transacciones, ventas impulsivas, tickets finales por carrito, flujo de efectivo. La suma final del volumen compensa cualquier recorte de margen.

6. Acuerdos con fabricantes: descuentos financiados desde arriba

Las cadenas grandes no asumen solas el costo del descuento. Negocian con los proveedores meses antes como parte de una estrategia de consenso y ganancia. El fabricante cubre un porcentaje del descuento, la tienda garantiza un volumen mínimo de compra y ambos se benefician del flujo masivo de ventas.

7. Estructura psicológica del consumo durante el Black Friday: la urgencia como motor

El Black Friday depende del comportamiento humano. El consumidor reacciona a la idea de oportunidad limitada, el miedo a perderse algo, la competencia entre compradores, el sentimiento de “ganarle algo al sistema/modelo” cuando obtiene un precio más bajo. Pero al final, el sistema se apoya en esta psicología de masas. O sea, no estás ganando nada, te lo hacen creer.

8. Captura de datos: la venta más valiosa es la que todavía no sucede

Cada compra deja un correo electrónico, o un registro de comportamiento, o una tarjeta guardada, o preferencias de búsqueda, o datos de navegación, o un historial de productos vistos y comprados. El algoritmo hoy se aprovecha de eso para campañas futuras, segmentación, retargeting, recomendaciones personalizadas, y esa esla razón por la que buscas un producto y te sale luego anuncios en las historias de Instagram u otro interfaz de alguna red social con el típico cartel de “sale 50%”.

9. El costo de oportunidad detrás del Black Friday: lo que ganan al evitar pérdidas

Tener inventario inmóvil durante enero y febrero es un mal negocio. El Black Friday permite cerrar el año con bodegas más ligeras. Un inventario reducido genera menos costo de almacenamiento, menos riesgo de deterioro, menos depreciación, menos capital muerto y más espacio para líneas nuevas. El Black Friday es una barrida estratégica, muy lejos de ser un sacrificio o una representación de empatía a los clientes.

10. ¿Y las pequeñas tiendas cómo actúan en el Black Friday?

Las grandes cadenas dominan porque manipulan precios, negocian con fabricantes, compensan con volumen y recuperan con ventas cruzadas. Las tiendas pequeñas muchas veces participan por presión cultural. Ganan tráfico, pero no siempre margen. Por eso el Black Friday es un juego diseñado para los gigantes.

Lo que revela realmente el Black Friday

El Black Friday es el espejo de un sistema donde el valor está en la capacidad de mover el producto. La economía contemporánea depende de la rotación más que de la esencia del objeto. Los descuentos funcionan como un acelerador de esa rotación.

Las cifras, las etiquetas y las ofertas encubren un mecanismo basado en la necesidad permanente de mantener el flujo del consumo para sostener toda una estructura económica. El Black Friday existe porque el sistema lo necesita. No al revés.

Hollywood instaló en la memoria colectiva los malls, las colas, el caos divertido de comprar, la obsesión por el “último artículo”. Internet solo tomó esa base cultural y la transformó en automatización algorítmica. El éxito del Black Friday es cultural antes que comercial.

El consumidor cree que gana; el comercio sabe que gana…

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